Por Ulises Cleveland |
“Diny, … Diny…Ey, Diny, qué te pasa... estás despierta?
Diny tenía 16 años
cuando conoció a Nahuel.
Ella había
abandonado el colegio esa misma tarde y estuvo en la plaza durante casi dos
horas.
Nahuel había perdido
sus ganas ése día. Se sentía inquieto y sabía que el colegio no lo ayudaría a
desahogarse. Fue a la plaza.
Lo de conocerse les
fue fácil. Era claro para los dos lo mucho que se necesitaban. Desde ese
momento se vieron todos los días hasta la muerte de él.
El aire que entraba
por la ventana acariciaba la piel de Diny. Habían estado besándose y a Nahuel
todavía les palpitaban los labios.
El no dejaba de
mirar con detenimiento cada parte del cuerpo de su novia. Lo amaba. Lo sentía
una obsesión. Le encantaba. Pasaba largos ratos recorriendo con sus ojos el
cuerpo blanco y suave de Diny. Mientras ella dormía. Decidió tocarla. Notó que
la piel de ella se erizaba. Apoyó toda su mano. La respiración de Diny cambió.
Dormía? Es un juego pensó. Le encantaba. Ella sentía el roce de sus manos. Se
movía. El la besó en la espalda y subió hasta el cuello. Diny muy suavemente,
gimió.
Había acordado a las
6 en la plaza. Nahuel fue a buscarla.
Se sentó en el
respaldar del banco de madera.