La Segunda Colonización

Mercedes Alegre
La primera colonización de Latinoamérica fue perpetrada por los españoles en 1492. La segunda invasión fue ejecutada por el Imperio Americano en 2302. De la primera quedan muy pocos recuerdos, pues esta parte de la historia ha sido tragada por el paso de los siglos y por la campaña de desmemoria emprendida por los anglosajones. Sobre la segunda circula la versión oficial, parcial e incompleta.   
Los sucesos acontecidos, sus protagonistas y las consecuencias oscilan notablemente según la versión que se escuche. Esto bien lo sabe Santiago Martínez, quien se ha nutrido de la biblioteca oculta que posee La Resistencia. Uno de los objetivos que se plantea este movimiento revolucionario es justamente recuperar la parte relegada de la historia.
Martínez invirtió tiempo en la lectura y en la preservación de los documentos antiguos por interés personal, pues la tarea encomendada por el movimiento era otra. Su aproximación a La Resistencia y al grupo de Preservación del Español y Reconstrucción Histórica devino por su relación personal con Otto llich, ex compañero de escuela y líder del movimiento.


Sin embargo, a pesar de esta cercanía afectiva con la dirección de La Resistencia, Martínez siempre fue lo que podría denominarse un doble agente. Era un miembro del movimiento revolucionario que trabajaba infiltrado en la estructura de Pure Water S.A., pero al margen de las tareas asignadas por la conducción, se dejaba guiar por sus intereses y objetivos. Tener una agenda propia siendo parte de una estructura rígida es inaceptable, y era consciente de que si cualquiera de los bandos se enteraba de sus actividades lo juzgarían y condenarían a muerte.
Debido a esto, Martínez se había aferrado a un bajo perfil dentro de lo que le permitían sus obligaciones y defendía férreamente su privacidad. A pesar de estar acercándose a los cincuenta años, no había tenido una pareja estable ni hijos. Sabía que podía considerarse afortunado, pues que un descendiente de locales hubiera accedido a la universidad era inaudito. Este privilegio había sido resultado del alto coeficiente intelectual con el que había nacido y que Martínez había aprovechado para recibirse de ingeniero y lograr un puesto en la planta potabilizadora y exportadora de agua.
Este elemento se había transformado con el paso de los siglos en la medida monetaria del planeta, destronando al oro, que al perder utilidad había disminuido en valor. De acuerdo a algunos documentos que lograron ser ocultados y escaparon a la prohibición, Martínez tuvo conocimiento de que el orden mundial actualmente imperante había sido decidido en su origen mediante un acuerdo entre las dos grandes potencias del momento. Como la historia es cíclica, en el año 2300 se revivió lo que en algún momento fue llamada la Guerra Fría.
En ese entonces se desencadenaron las guerras para disputarse la poca agua dulce que todavía existía para consumo humano, y los países dominantes, Estados Unidos y China, únicas naciones poseedoras de armas de destrucción masiva, se dividieron equitativamente los hemisferios.
China se apoderó del Oriente, avanzó sobre Europa y dominó África. Por su parte Estados Unidos tomó naturalmente posesión del resto de América y de Oceanía. Las divisiones limítrofes de Latinoamérica desaparecieron, derribadas por un gobierno totalitario de habla inglesa.
El gobierno central de América se encontraba regido en 2700 por Christopher Dood, con asiento en Washington. En este punto del planeta quien concentraba el poder de mando era la Generala Marilyn Smith, quien bajaba sus órdenes a través de la traductora Helena Ramírez que era su escolta permanente.
La zona conocida anteriormente como Acuífero Guaraní se había transformado en la sede de Pure Water S.A., la planta potabilizadora y exportadora de agua más grande del continente. La fábrica se alimentaba del reservorio subterráneo de agua dulce que se extendía por la zona donde antiguamente estaban situados los países denominados Paraguay, Argentina, Brasil y Uruguay.
La cercanía del 500º aniversario de la Segunda Colonización había despertado nuevos vestigios de rebeldía e incrementado el ardor del movimiento revolucionario. Después de muchas generaciones peleando en la clandestinidad, los autodenominados “resistentes” estaban ansiosos por acometer la batalla final. Dentro de este entramado de planes, Santiago Martínez estaba destinado a jugar un papel destacado. Hombre seguro de sí mismo, determinado y acostumbrado a confiar en su inteligencia, no supo prever el curso de los acontecimientos que protagonizaría.
Puede situarse el origen de la cadena de eventos que se precipitaron en la misión encargada a Martínez por La Resistencia. Este movimiento revolucionario tenía como propósito máximo tomar el control de Pure Water S.A., apoderarse de su producción y con esta en sus manos crear un área de gobierno bajo el dominio local.
La oposición contra los invasores había nacido con la oleada de guerras, pero fue la prohibición del idioma español por parte del gobierno americano lo que cristalizó la disconformidad y unificó la voluntad rebelde en un movimiento antagonista encubierto. Sus filas se fueron engrosando con el paso de los años debido a que la mayor parte de la población del NEA se vio sumida en la pobreza, pues la Segunda Colonización benefició económicamente a muy pocos, los mismos de siempre que lograron acoplarse a los conquistadores y hacer negocios.
El primer líder de La Resistencia fue Mirko llich, el tara tara abuelo de Otto, quien gracias a su labor como bibliotecario consiguió resguardar una tarjeta de memoria en la que almacenó libros y documentos históricos escritos en castellano. Ahora que Otto había pasado a encabezar el movimiento, muchos de los resistentes creían místicamente en una suerte de legado familiar que conduciría a La Resistencia a la victoria.
llich y Martínez se conocieron en la primaria, nivel escolar que los locales tenían derecho a cursar. Por tradición familiar, Otto era integrante de La Resistencia desde pequeño y fue el primer contacto de Sebastián con el movimiento revolucionario. De hecho, por intermedio de llich, Martínez fue reclutado en la adolescencia al hacerse evidente su capacidad intelectual, anticipando el futuro que podría esperarle.
Las expectativas depositadas en el liderazgo de llich parecían justificadas. Aprovechando la efervescencia por la proximidad del aniversario, Otto había desarrollado un ambicioso plan para golpear al gobierno americano. La responsabilidad máxima de la conducción de las acciones fue depositada en Sebastián, hombre que gracias a su carrera laboral había alcanzado una importante proximidad con la plana directiva de Pure Water S.A.
El ingeniero se dedicó a la tarea encargada con la sangre fría y el desapego que lo caracterizaban. Empezó a cortejar a Helena Ramírez con la sutileza y la paciencia de un hombre acostumbrado a esperar que los resultados correspondan a sus deseos. Y no se sabe si por atracción genuina o guiada por el aburrimiento, Ramírez no tardó en responder a las insinuaciones de Martínez.
La traductora y el ingeniero comenzaron a vivir así un tórrido amorío de oficina a escondidas. Como las relaciones entre los compañeros de trabajo no estaban permitidas en la empresa, la pasión se veía alimentada por las precauciones a tomar y por la emoción que conllevaba el secreto.
Esta situación de clandestinidad se ajustaba de manera perfecta a los planes ulteriores de La Resistencia. De más está decir que para el movimiento revolucionario Helena era lo que podía denominarse una víctima colateral. El objetivo final de la acción era utilizar su proximidad y su confianza con la Generala Smith para conseguir acercarse a la militar y eliminarla.
Los meses de romance transcurrieron de manera tranquila y placentera según lo planeado. Martínez debió sacrificar algo de su privacidad pero supo mantener estricta reserva sobre algunos aspectos de su vida. Era introvertido pero carismático y podía manejar con soltura el arte de la conversación si las circunstancias lo exigían. Helena entró en confianza de inmediato y suprimió sus recelos. La Resistencia fue enterándose así de las actividades diarias de la Generala Smith, sus horarios y los lugares que frecuentaba.
Los acontecimientos hubieran tenido un desenlace diferente si Martínez no se hubiera dejado guiar por el germen de egocentrismo depositado en su carácter. Además de obedecer y cumplir con las misiones encomendadas por el movimiento, el ingeniero trabajaba en forma oculta para fabricar una sustancia que pudiera reemplazar al agua en el interior de las células humanas. El líquido se inyectaría y una vez asimilado por el organismo se incorporaría a las células produciendo que las personas no tuvieran que consumir agua para subsistir. Una vez liberados de la utilización del fluido vital, Pure Water S.A. y la estructura política y militar sobre ella construida perderían sentido.   
El compuesto no estaría completo hasta no ser probado en seres humanos y poder monitorear su reacción. Tal vez guiado por la ansiedad, cansado por la situación forzada de noviazgo o por confiar en exceso en su inteligencia, Martínez decidió testear su invento con la persona con la que poseía más cercanía. Después de una noche de pasión, buscó una jeringa e inyectó a Helena que dormía profundamente a su lado. Ella se agitó en sueños, sin despertarse del todo y no mostró ninguna respuesta a la inoculación.
Los efectos se dejaron ver recién a la mañana siguiente, en plena reunión de la plana directiva de Pure Water S.A. Súbitamente la traductora enmudeció y quedó inmóvil como si hubiera entrado en una especie de trance, sus funciones vitales siguieron activas pero cayó en una especie de coma. Por más esfuerzos médicos que se hicieron no pudieron recuperarla, y Ramírez quedó internada atrapada en un estado vegetativo.
Ni bien tuvo noticia de lo sucedido, Martínez emprendió la huida. La amenaza se cernía por ambos flancos, pues tanto desde el gobierno como de La Resistencia podrían ser capaces de atar cabos y descubrir su responsabilidad.
Su conexión con el movimiento revolucionario de hecho fue prontamente descubierta y las filas de La Resistencia fueron masacradas. La batalla final se produjo a orillas del Paraná, en la que perecieron Otto llich y los cabecillas que quedaban. Las últimas informaciones que se tuvieron de Martínez lo situaron en la ciudad anteriormente llamada Buenos Aires, al parecer su pretensión era exiliarse en el Oriente pero se desconoce si tuvo éxito.
El triunfo sobre La Resistencia fue utilizado por el gobierno americano para exhibir su fortaleza y profundizar su modelo de gestión. Las medidas de seguridad y la vigilancia sobre los locales se vieron incrementadas aprovechando el marco de los festejos por el 500º aniversario de la colonización.

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