Antonio Scappini |
Un planeta es golpeado por otro, cosa que a cualquiera con una basta ignorancia sobre astronomía y gravedad, le produce una idea de que puede ser posible en una circunstancia en particular (como esta). Y el obvio resultado es que ambos planetas se destrozarán en varios pedazos, pero no sucede tal cosa.
En cambio el cuerpo agresor empuja de su órbita al
otro planeta y con el impacto el primero se moviliza en forma inversa a la
segunda esfera golpeando a un tercer planeta volviendo a suceder el mismo
fenómeno.
Las victimas se convierten en victimarios al acto,
golpeando a los astros cercanos por mas amplios o insignificantes que fueran.
Los mas extraño es que no son atraídos o repelidos
por sus respectivas atmósferas causando que este efecto dominó sea
enfermizamente insólito.
Siguen los intercambios de roles hasta que son
siete cuerpos celeste, diecisiete asteroides y un puñado de lunas los
participantes de tan incomprensible juego, de los cuales, tres planetas de
similar masa al volverse a chocar se quedan sujetados y son dirigidos hacia el
sol de su respectivo sistema solar.
Ya llegando a la distancia suficiente como para ser
incinerados por su fuerte temperatura sucede algo más insólito todavía. Los
tres planetas no se calcinan y producen un impacto al cuerpo de la estrella del
cual produce una leve fisura y causa el rebote de los cuerpos agresores.
Realmente es una suerte que ninguno de los planetas,
víctimas del incomprensible fenómeno, estuvieran habitados hasta por la más
insignificante de las razas vivas ya que sería su total condenación.
Pero resulta que hay un planeta que todavía no se
consideraría victima de este mal, el cual, parece estar muy próspero de vida.
Se diría que obviamente tiene los días contados ya que será el nuevo punto de
impacto del trío descontrolado.
El trío antes dicho, golpea al inocente cuerpo e involuntariamente
se vuelve partícipe del incoherente juego. Pero no hay que sentir lástima por
ellos.
No es porque se tenga que observar este evento en
una perspectiva darwiniana, sino porque, entre las más grandes obviedades de lo
relatado, se diría que los habitantes del último planeta deberían estar
agradecidos de su total ficcionalidad, ¿como es eso?, simple.
Toda esta galaxia sólo era una maqueta encima de la
mesa de un comedor y el “incompresible” fenómeno, era el jugueteo de la mano de
una bebita que al lado de ella, hacía que las bolitas que representan los
planetas se balancearan sobre su respectivo hilo lo cual de mas esta decir,
producía los golpes y rebotes de todos los pequeños “cuerpos” que componían el
detallado modelo a escala.
La simpática criatura es arrebatada de sus juegos
por su hermano mayor el cuál, le da un leve reproche y la sienta en su silloncito
con sus respectivos juguetes, que por suerte no la afecta negativamente y
luego, cambia de lugar la maqueta antes dicha poniéndola en un mueble fuera del
alcance de cualquier agresión y se va a preparar sus útiles escolares para
luego dormir, ya que el día ha concluido.
Si pudiéramos sustraer algo parecido a una moraleja
de este relato, podría ser, que toda situación presuntamente irracional tiene
una explicación coherente al ser analizado más a fondo.
Ya sabiendo esto, no estaría mal buscar la lógica
de porqué la luna que se puede observar por la ventana al frente de la mesa del
comedor, tiene una amplia grieta con la
forma del hundimiento de un dedo en su cara visible.
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